BATALLADOR

            Prometiste invadir la aurora con la pasión de nuestros cuerpos, llevarme al intenso cuadrilátero donde se liberaron dos libidinosos.

             Desde el principio me lanzaste tu impronta con la ternura de un beso, yo presurosa rocié un efluvio de rosas sobre mis poros.

            Fuiste fantasía de las bravías ganas de adueñarme de la terneza de tus ojos y la hombría de tus aspectos.

            Con ímpetu me descubriste para empezar el deleite de saciar caricias junto a la atracción de nuestros torsos en deseo.

            Concretamos en que íbamos a lamernos sin tiempos, y fue la excelencia de la boca y lengua encrucijando tormentos
           
            Se notó con satisfacción que eres entrenador de artes porque en esa pelea dominaste mis exuberantes curvas con meneos.

            Tuviste atención en pedir permiso al momento de introducir tu falo empuñado en el rojo delirio.

            Ofreciste ser un gladiador masculino clavando su arma en mi blanco para ponerme en cuatro jambas dando alaridos.

            Yacíamos en vertical con la expresión del placer en vaivén y me dijiste dale sirena que mi caña aguanta los ópalos de tu cola. 

            Un peleador golpeando en mi interior sin desgaste físico me hizo dar un raund satisfecho con quejidos.

            El alba atestiguo nuestro encuentro, tú como un artillero armado para bombardear mi figura de ninfos redondos.

            Sí fui tuya y no olvido que cumpliste lo estipulado porque quiero repetir el entrenamiento de un púgil experto en hacer el amor.    

DULCE Y AMARGO

           Dos mentes subjetivas expulsando frenesí, detesto tu carácter y me enloqueces con la fuerza de tu sexo.

            En silencio se envuelve el ambiente con tu llegada y acuso a tu deleznable palabra, pero cuando me desnudas me prendes en deseo.

            Vil amante tienes mi desprecio y pasión, yertos en la cama nos calentamos con ladinos besos asumiendo los actos placenteros.

            Sí soy cónica al darte lujuria y displicencia, cinismo en inspirarme poniendo saliva en tu libido y repudiando la conversa.

            Facineroso en robar mis movimientos, en mojarme con el rose de tu viril bálano  por mis muslos confundidos en pensamientos.

            Hombre patoso con delicadeza te introduces por mi ulterior recoveco, haciéndome contorsionar con la dura herramienta.

            Admito que me flipa tu envergadura dándome regocijo al mover mi ombligo hacia arriba y abajo cuando te calas en mi delirio.             

            Es mi condena extasiarme con tremendo cretino, sentir tu peso en mi espalda aplastando los obscuros desafíos

            Gritar ensamblada con la roca de tu zona pélvica, solo te convierto en mi perfecto consolador sin baterías.    

            Sin embargo nunca pierdes la faceta de mentecato y agreste afabilidad, por eso solo te llamo cuando necesito orgasmos.

            Nunca me tendrás adicta al placer causado por gemidos al sentir tu mástil pegando en mis ancas con bravías furias.

            Por eso después de utilizar la complacencia de ser penetrada en gozos te expuso de mi presencia porque eres un palurdo.