LAS MIL Y UNA NOCHES

Un palafrén blanco me recogió sexi y anochada, esperando levantarme al altillo del orgasmo de su alfanje.
             
            Tenía el abdomen trabajado con fuerza. Robusto y vigoroso, sin vestiduras fue la talla de mis extramuros dilatados.

            El recorrido adentro de su corcel blanco fue con agnosía, provocado de las manos dúctiles, escudriñando en lo profundo de la ropa.

            Arribamos al ático de su poder y esa cabalgadura de músculos cortó los cierres de mi vestido y atravesó mi ánfora de belleza.   

Con arrebato mis fauces sintieron el sabor y con adarve las comisuras chocaron en mi garganta hasta no aguantar.

            Un candil iluminaba el placer, interpelación del sexo al tremolar mi cintura y mis piernas para expulsar pavesas.

            Caballo de la pasión sin dar amor sin dar el alma, me tenía rutilante sobre su sable, dándolo corcheas de satisfacción.
           
            Trote feraz, saltos de dureza, cabriolas de excitación; yo liberaba mi perfume de deseo para ser recapitulada.
  
            Y antes que un cuento de hadas se dibuje y el sol aparezca, esta doncella descendió de su montadura para escapar del sudor libidinoso.
           
            Después de haber galopeado en fruición, el palafrén siempre me busca en el mismo sendero de mis muslos.

            Y las mil y una noches se han hecho realidad, monto en su torso hacia el mismo atrio donde habita la lujuria.

            En cada luna corre el amor, impulsado por la vehemencia de un jaco atlético y una voluptuosa dama con las pieles desnudas.

LOBA FURIOSA

El plenilunio hizo la bandera, me planto como una loba furiosa dispuesta atacarte con vehemencia.

            La longitud de mi cabello se suelta con enjundia para contrastar las mortales fustas de mis caderas.

            Es mi negligé negro el que castiga a la libido para cuando te tenga al frente lanzarte sobre la trinchera.     

            Iridiscentes cadenas poseo para las extremidades, iluminando con velas y la cera cayendo en pleno talle.

            Sadismo en los ocelos al momento de desnudar el cuerpo para jugar con el excitante del sufrimiento.

            Se propone deshacernos de céfiro romance y expiarnos con el vergajo de un macho y una hembra.

            El fuego comienza y los suplicios jubilosos queman con las palmadas incinerando la piel en truculencia.

            Se acaba el arsenal de besos y nos armamos con mordidas para gritar justo al masoquismo del placer férreo.     

            Dominante loba soy sacando la lengua pillando tus orgasmos y espumarajeando sin misericordia las laderas.

            Con fervor me afianzo al erecto báculo para retumbar con fuerza la cama mientras permaneces amarrado.   
   
            Poniendo crueldad en mis movimientos serás víctima del ajusticiamiento y el masoquismo de mis dilatados labios.

            Soy la ardiente loba cumpliendo la fantasía de vestir cuero, portar látigo y azotar con pasión y fiereza el gozo.   

TUS MANOS ME DICEN VEN

            Intruso en el cerrojo invocado por sus plañidos de mujer al arquear la espina dorsal en la planicie de la cama.

            Ella desnuda deslizando sus palmas en dos copos del pecho, erizando los botones del calostro de mi sed por probarlos.

            Una muñeca brindándose caricias en los jazmines de su piel para llegar al Eliseo campo donde miró mi gloria.

            Sigiloso trate de controlar mi respiración y despacio soltar mis greguescos al piso para liberar mi excitación.

            Yo fui un transeúnte y termine convirtiéndome en fisgón al encontrar una acuosa figura deseando el placer de mi mástil.

            Llegue a la locura al permanecer en la sombra iluminado por sus dedos introduciéndose en su cacerina dilatada.

            Sofocado ante la película de sus masajes dactilados en los pliegues y hendiduras de su intimidad.      

            Mi cielo más grande es su índice humedecido entre su boca y cayendo en la circunferencia de su sangre encrespada.

Y sin demorarme por mas preámbulos cruce la bisagra y ella me sonrió dándome un premio por ser espectador.
   
            Ya con mi pieza de macho en horizontal me lance sobre sus caderas, alce sus brazos y gané al empujar un sueño del deseo.

            Mis manos empalmando sus cachas en el momento de frotar nuestros torsos en el vergel de sus tulipanes amasados.

            Y esa fémina dueña de mis ojos en un paisaje sudado y auto erotizado se convirtió en mi mujer para yo ser quien manejara su condena.

BATALLADOR

            Prometiste invadir la aurora con la pasión de nuestros cuerpos, llevarme al intenso cuadrilátero donde se liberaron dos libidinosos.

             Desde el principio me lanzaste tu impronta con la ternura de un beso, yo presurosa rocié un efluvio de rosas sobre mis poros.

            Fuiste fantasía de las bravías ganas de adueñarme de la terneza de tus ojos y la hombría de tus aspectos.

            Con ímpetu me descubriste para empezar el deleite de saciar caricias junto a la atracción de nuestros torsos en deseo.

            Concretamos en que íbamos a lamernos sin tiempos, y fue la excelencia de la boca y lengua encrucijando tormentos
           
            Se notó con satisfacción que eres entrenador de artes porque en esa pelea dominaste mis exuberantes curvas con meneos.

            Tuviste atención en pedir permiso al momento de introducir tu falo empuñado en el rojo delirio.

            Ofreciste ser un gladiador masculino clavando su arma en mi blanco para ponerme en cuatro jambas dando alaridos.

            Yacíamos en vertical con la expresión del placer en vaivén y me dijiste dale sirena que mi caña aguanta los ópalos de tu cola. 

            Un peleador golpeando en mi interior sin desgaste físico me hizo dar un raund satisfecho con quejidos.

            El alba atestiguo nuestro encuentro, tú como un artillero armado para bombardear mi figura de ninfos redondos.

            Sí fui tuya y no olvido que cumpliste lo estipulado porque quiero repetir el entrenamiento de un púgil experto en hacer el amor.    

DULCE Y AMARGO

           Dos mentes subjetivas expulsando frenesí, detesto tu carácter y me enloqueces con la fuerza de tu sexo.

            En silencio se envuelve el ambiente con tu llegada y acuso a tu deleznable palabra, pero cuando me desnudas me prendes en deseo.

            Vil amante tienes mi desprecio y pasión, yertos en la cama nos calentamos con ladinos besos asumiendo los actos placenteros.

            Sí soy cónica al darte lujuria y displicencia, cinismo en inspirarme poniendo saliva en tu libido y repudiando la conversa.

            Facineroso en robar mis movimientos, en mojarme con el rose de tu viril bálano  por mis muslos confundidos en pensamientos.

            Hombre patoso con delicadeza te introduces por mi ulterior recoveco, haciéndome contorsionar con la dura herramienta.

            Admito que me flipa tu envergadura dándome regocijo al mover mi ombligo hacia arriba y abajo cuando te calas en mi delirio.             

            Es mi condena extasiarme con tremendo cretino, sentir tu peso en mi espalda aplastando los obscuros desafíos

            Gritar ensamblada con la roca de tu zona pélvica, solo te convierto en mi perfecto consolador sin baterías.    

            Sin embargo nunca pierdes la faceta de mentecato y agreste afabilidad, por eso solo te llamo cuando necesito orgasmos.

            Nunca me tendrás adicta al placer causado por gemidos al sentir tu mástil pegando en mis ancas con bravías furias.

            Por eso después de utilizar la complacencia de ser penetrada en gozos te expuso de mi presencia porque eres un palurdo.

COLECCIONISTA

            Vivenciando en una población lejana, observando hombres de yuca, barraganete y cacao me aventuré a coleccionar deseos.

             Una loca invadiendo mil lugares, atrapando mil marradas, desbordando el olor a celo de una canina excitada.

            Es que me sentí manjar de cual todos quieran probar, dueña de la lujuria de aquellos que se atravesaron en mi camino.

            Uno me cautivo con su actitud lúdica contraste de jolgorio con un poco de sonrisas satíricas me invitó hacer una pasional fiesta.

            De él guarde un estilo desinhibido sin miedos por experimentar y con rienda suelta por obtener placer de la piel inquieta.

            El segundo me atrajo por sus pudeladas y serias ínfulas, solo remembranzas de su barba raspando mi espalda me queda.

            Fue un despacho jurídico la escenificación y ambiente de satisfacer sus ganas de introducir su libido           

            Y cuando la noche ya se había encumbrado, a mi encuentro se plantaron dos efebos canelos y bien dotados.

            Y traviesos fuimos a combinar mi blancura con los colores gitanos de sus cuerpos impulsando dureza de uno y lengüeteadas de otro

            Por qué conformarse con un unitario, si esa ves me invadía ambrosia para esparcir cuatro experiencias en la avidez de esos intrépidos.

            Al día siguiente emprendí mi retorno y dejar atrás mi visita a la cuidad de los desaforados por mojarse en sudor.

ACCIONES FELINAS

Ataviada gata se retorcía entre tules y algodón de los almohadones esperando a un alfa de pasión.

            Un ígneo varón arribó para acumular pericias de placer, poseía motivación entre el pantalón y un físico impuesto en atracción.

            Los tatuajes en sus brazos varoniles convirtió a la minina en fogosa y con impulsos instintivos la ropa al suelo descendió.

            Encendieron besos acompañados de caricias seducidos por maullidos pidiendo vehemencia y virilidad.

            Él se excitaba en el imperio de ronroneos sensuales donde las lenguas recorrían la piel de dos amantes.  

            Felina saltó entre la pelvis de la fuerte y dura hombría para prepararse a sentir la introducción de demasiados centímetros.

            Y comenzó la acción del dolor placentero ahormando su herramienta en la profundidad de delicadas carnes rosas.

            Furiosos y emocionados en satisfacción sacaron las zarpas para aruñar los torsos desnudos y sudorosos.      

            Gruñidos eran el lenguaje en las contorsionadas posiciones de dos amínales desflorando la epidermis y los delirios.

            Fueron salvajes brindándose torturas, palmadas, rasguños, ímpetus de lujuria en los fuertes movimientos de sus cuerpos.

            Y se sintieron fatuos por el extenso tiempo de saciedad en las ansias de esgrimir sus íntimos órganos en frenesí.

            Para terminar exhaustos expulsando jadeos en el ambiente invadido de jugueteos apasionados y llenos de deseo.

VELADA ESTILO CABARET

Hemos quedado en una cita esta noche y profetizo pasional aquelarre para los dos, sin lindes me impregnaré de sensualidad.

            Mi beldad será estilo cabaret porque no tendrás indulto para devorar mi cuerpo una y otra vez.

            Dama apolínea soy, peinando los cabellos al crepúsculo de la noche, maquinando las tormentas de mis caricias.

            Mi boca pintada de rojo seducción siente reconcomios por esparcir besos en la galaxia de tu hombría.

            Asistiré a nuestro encuentro con sempiterno liguero y medias de nailon para avivar las llamas de deseo en ti.

            Sombras obscuras delinean mi mirada ligándose a mis artilugios de tentación te convertiré en mendigo de la pasión.

            Este perfume me convertirá en ambrosía conquistando tu avidez, capturando tus impulsos por saborear mi desnudez.

            Guardaré arritmia en mi cartera con la erección de tu excitación al atisbar mi cargada lujuria en cada poro.

            Pretendo convertirme en especialista de los delirios y torturas, con las mejores actuaciones de mi lengua te brindaré vibrantes lamidas.
   
            Es tu alquimia quien alineará a los planetas para brindarte el tesoro de los contornos de mis pechos en tus mordidas.

            El sudor goteando de nuestra piel estremecerá a los movimientos de nuestros torsos en cálido vaivén.

            Y temblaremos en la satisfacción de los gemidos y las gozosas expresiones de nuestra congregación de placer.

FORASTERO

De tierras lejanas él arribó a mi auxilio de taciturnos momentos quemados del hambre por satisfacer los deseos de la carne trémula.
           
Cuando nos encontramos, la piel se enquisto en fuego para desfogarnos en besos imperiosos dentro del sinfín de los delirios.

Foráneo caballero se entusiasmó con el brío resplandeciente de las curvas de mi cuerpo para tomarme en sus brazos y subirme a la carrosa del placer.

Dos amantes blandían torturados por caricias, y despojándonos de las vestiduras, descubrí el activo sabor de un idilio.

Su espada erecta jugaba entre mis labios mientras los vidrios de aquel carruaje se empañaban con los calenturosos vahos.

Con miedo por ser descubiertos, en las tinieblas de un parqueadero él introdujo su dotado y grueso botalón dentro de mí.

No importaba los estrechos espacios de su auto, solo atendíamos el ímpetu de nuestros intensos gorjeos de placer en incremento.

Sorprendentemente nos inspiramos en posiciones, penetración tras penetración mis muslos se estremecían de satisfacción.

El tiempo transcurría bañado por el movimiento de su miembro chocando como olas en los muros de roca de mi cueva.      

Terminamos el excitante canto de gemidos, regándome por adentro con el fluido blanquecino del duro poder de un forastero.

Y desde ese entonces cada viaje hacia mi región él viene a devorarme con el mismo ímpetu de la primera vez.

            Siempre trae nuevas fantasías y locuras para palpitar con los riesgos del sexo en lugares impredecibles.

CALLEJÓN DEL BULEVAR



Soy dueña de la noche, patrona de las estrellas vistiéndome de sexy obscuridad para el mundo conquistar.

Segura yo caminaba por la calle fumando un cigarrillo, un feroz instinto me hizo adéntrarme a un callejón del bulevar.

Entre la bruma apareció un gladiador de la voracidad y el placer, entre sus ojos azules pude visualizar la libido recorriendo en las venas.

Nuestras satíricas almas se acercaron reconociéndonos de vidas pasadas, ese amante solo palpo un mordaz beso saliendo de mí.   

El portaba una chaqueta de cuero que de mente no puedo desprender,  fue mi impulso rozar mi sutil mano entre su zipper para sentir su poder.

Hambrienta de deseo por un movimiento descendiente hizo que mi boca arribara a la vasta erección de todo su cuerpo.

Fue mi lengua en su miembro la protagonista de celestiales actuaciones que a ese extraño lo hacía estremecer.

Su entusiasmo por poseerme salió a luz, me arrincono contra la pared y bajó mis bragas rosas haciendo a mi corta falda morada ser testigo fiel.

Sin pensamientos en mi mente y acompañada de un suspiro, él se introdujo entre la humedad de mis femeninos gemidos.  

Esa noche nos alimentamos de la fuerza y furia de las penetraciones cuales eran bañadas por el alba de la madrugada.

          Satisfacíamos a los delirios carnales de dos personajes fantasmas encontrándose en el pavimento, rodeados de avenidas.

           Desde esa vez, siempre cuando la luna mengua en los meses de junio nos juntamos para conmemorar el gozo de dos desconocidos.