EL EDÉN

Mortifican las ansias sin piedad, se ha pirado la desnudez al espanto, ha encendido la piel, el encanto.

Reptil de la tentación en las llamas de la condena, repulsa el cuerpo con las escamas cortando el deseo.

Repugnante serpiente implora éxtasis, el erotismo grita ser vituperado bajo el pecado original asolado.

De sangre fría yace agitada, horrísono en las venas demanda placer, linda muerde la manzana en pleno sexo.

Adán llega a desesperar, Eva explota, moja los labios para sentir las agujas de la salvación.

Sugestión de los contornos incitan a acariciar las caderas y besar el busto que riega al Edén con sudor.

Hartazgo de placer cuando estira la vehemencia por devorar los frutos libidinosos de lo más prohibido de la fémina.

Envanecidos ellos comían del frenesí en penetraciones paganas como piernas abiertas a la sentencia divina.

Un pecado que termina en regocijo sobre los jadeos llegados a la gloria al poseer en las manos al delirio.

Para excitarse en cada amanecer y curar los rezos en un castigo que tiene un sabor a lujuria y diversión.

Mientras tanto el altísimo y la serpiente eterna se disputan el precio de la fricción carnal.

Y no hay sanción, siempre será la pasión el mejor deleite para un paraíso entre un clímax duro y mojado.    

KILÓMETROS

           Moviéndome por el periplo de mis sueños, te vislumbré arribar a mi lumbral con valijas llenas de deseo.

            Nómada por los surcos de mi cuerpo, llegaste en pasión para romper mi pijama y emprender el éxodo de los besos.

            La desnudes peregrinando la odisea, expulsando caricias viajeras por la geografía de mis continentes.

            Aterrizaste a mis pechos como emigrante excitado, aventurero afanoso por morderme igual que azafata a mis pezones.
           
            La lengua errante se trasladó por cuevas y torres, gemíamos con las marismas de la saliva por todos los alrededores.
  
            Y despegaste al avión por el delirio de mi interior, con dureza y turbulencia mi piel despidió los choques de tu ardor.

            Cubierta de sudor la travesía de tus dedos ocupaba cada agujero, era el crucero de la penetración en pleno babor.

            Y con solo un quejido del sueño desperté, te tenía en el teléfono tratando de cortar los mares y la lujuria.

            Tu voz a kilómetros recorría totalmente caliente, acompañando a mi respiración agitada por imaginarte junto a mí.   

            A distancia la excursión de sentirme en tus brazos traté de aplacar, con seductor tono me dijiste: mojada te quiero encontrar.

            Entonces la puerta vi abrirse y al celular lo echaste a volar, era real, estabas frente a mí cuando la vehemencia me hacía alucinar.
   
            Y totalmente dilata y con ganas me introdujiste a viaje de los amantes que se vuelven a encontrar con ansiedad.

LAS MIL Y UNA NOCHES

Un palafrén blanco me recogió sexi y anochada, esperando levantarme al altillo del orgasmo de su alfanje.
             
            Tenía el abdomen trabajado con fuerza. Robusto y vigoroso, sin vestiduras fue la talla de mis extramuros dilatados.

            El recorrido adentro de su corcel blanco fue con agnosía, provocado de las manos dúctiles, escudriñando en lo profundo de la ropa.

            Arribamos al ático de su poder y esa cabalgadura de músculos cortó los cierres de mi vestido y atravesó mi ánfora de belleza.   

Con arrebato mis fauces sintieron el sabor y con adarve las comisuras chocaron en mi garganta hasta no aguantar.

            Un candil iluminaba el placer, interpelación del sexo al tremolar mi cintura y mis piernas para expulsar pavesas.

            Caballo de la pasión sin dar amor sin dar el alma, me tenía rutilante sobre su sable, dándolo corcheas de satisfacción.
           
            Trote feraz, saltos de dureza, cabriolas de excitación; yo liberaba mi perfume de deseo para ser recapitulada.
  
            Y antes que un cuento de hadas se dibuje y el sol aparezca, esta doncella descendió de su montadura para escapar del sudor libidinoso.
           
            Después de haber galopeado en fruición, el palafrén siempre me busca en el mismo sendero de mis muslos.

            Y las mil y una noches se han hecho realidad, monto en su torso hacia el mismo atrio donde habita la lujuria.

            En cada luna corre el amor, impulsado por la vehemencia de un jaco atlético y una voluptuosa dama con las pieles desnudas.

LOBA FURIOSA

El plenilunio hizo la bandera, me planto como una loba furiosa dispuesta atacarte con vehemencia.

            La longitud de mi cabello se suelta con enjundia para contrastar las mortales fustas de mis caderas.

            Es mi negligé negro el que castiga a la libido para cuando te tenga al frente lanzarte sobre la trinchera.     

            Iridiscentes cadenas poseo para las extremidades, iluminando con velas y la cera cayendo en pleno talle.

            Sadismo en los ocelos al momento de desnudar el cuerpo para jugar con el excitante del sufrimiento.

            Se propone deshacernos de céfiro romance y expiarnos con el vergajo de un macho y una hembra.

            El fuego comienza y los suplicios jubilosos queman con las palmadas incinerando la piel en truculencia.

            Se acaba el arsenal de besos y nos armamos con mordidas para gritar justo al masoquismo del placer férreo.     

            Dominante loba soy sacando la lengua pillando tus orgasmos y espumarajeando sin misericordia las laderas.

            Con fervor me afianzo al erecto báculo para retumbar con fuerza la cama mientras permaneces amarrado.   
   
            Poniendo crueldad en mis movimientos serás víctima del ajusticiamiento y el masoquismo de mis dilatados labios.

            Soy la ardiente loba cumpliendo la fantasía de vestir cuero, portar látigo y azotar con pasión y fiereza el gozo.   

TUS MANOS ME DICEN VEN

            Intruso en el cerrojo invocado por sus plañidos de mujer al arquear la espina dorsal en la planicie de la cama.

            Ella desnuda deslizando sus palmas en dos copos del pecho, erizando los botones del calostro de mi sed por probarlos.

            Una muñeca brindándose caricias en los jazmines de su piel para llegar al Eliseo campo donde miró mi gloria.

            Sigiloso trate de controlar mi respiración y despacio soltar mis greguescos al piso para liberar mi excitación.

            Yo fui un transeúnte y termine convirtiéndome en fisgón al encontrar una acuosa figura deseando el placer de mi mástil.

            Llegue a la locura al permanecer en la sombra iluminado por sus dedos introduciéndose en su cacerina dilatada.

            Sofocado ante la película de sus masajes dactilados en los pliegues y hendiduras de su intimidad.      

            Mi cielo más grande es su índice humedecido entre su boca y cayendo en la circunferencia de su sangre encrespada.

Y sin demorarme por mas preámbulos cruce la bisagra y ella me sonrió dándome un premio por ser espectador.
   
            Ya con mi pieza de macho en horizontal me lance sobre sus caderas, alce sus brazos y gané al empujar un sueño del deseo.

            Mis manos empalmando sus cachas en el momento de frotar nuestros torsos en el vergel de sus tulipanes amasados.

            Y esa fémina dueña de mis ojos en un paisaje sudado y auto erotizado se convirtió en mi mujer para yo ser quien manejara su condena.

BATALLADOR

            Prometiste invadir la aurora con la pasión de nuestros cuerpos, llevarme al intenso cuadrilátero donde se liberaron dos libidinosos.

             Desde el principio me lanzaste tu impronta con la ternura de un beso, yo presurosa rocié un efluvio de rosas sobre mis poros.

            Fuiste fantasía de las bravías ganas de adueñarme de la terneza de tus ojos y la hombría de tus aspectos.

            Con ímpetu me descubriste para empezar el deleite de saciar caricias junto a la atracción de nuestros torsos en deseo.

            Concretamos en que íbamos a lamernos sin tiempos, y fue la excelencia de la boca y lengua encrucijando tormentos
           
            Se notó con satisfacción que eres entrenador de artes porque en esa pelea dominaste mis exuberantes curvas con meneos.

            Tuviste atención en pedir permiso al momento de introducir tu falo empuñado en el rojo delirio.

            Ofreciste ser un gladiador masculino clavando su arma en mi blanco para ponerme en cuatro jambas dando alaridos.

            Yacíamos en vertical con la expresión del placer en vaivén y me dijiste dale sirena que mi caña aguanta los ópalos de tu cola. 

            Un peleador golpeando en mi interior sin desgaste físico me hizo dar un raund satisfecho con quejidos.

            El alba atestiguo nuestro encuentro, tú como un artillero armado para bombardear mi figura de ninfos redondos.

            Sí fui tuya y no olvido que cumpliste lo estipulado porque quiero repetir el entrenamiento de un púgil experto en hacer el amor.    

DULCE Y AMARGO

           Dos mentes subjetivas expulsando frenesí, detesto tu carácter y me enloqueces con la fuerza de tu sexo.

            En silencio se envuelve el ambiente con tu llegada y acuso a tu deleznable palabra, pero cuando me desnudas me prendes en deseo.

            Vil amante tienes mi desprecio y pasión, yertos en la cama nos calentamos con ladinos besos asumiendo los actos placenteros.

            Sí soy cónica al darte lujuria y displicencia, cinismo en inspirarme poniendo saliva en tu libido y repudiando la conversa.

            Facineroso en robar mis movimientos, en mojarme con el rose de tu viril bálano  por mis muslos confundidos en pensamientos.

            Hombre patoso con delicadeza te introduces por mi ulterior recoveco, haciéndome contorsionar con la dura herramienta.

            Admito que me flipa tu envergadura dándome regocijo al mover mi ombligo hacia arriba y abajo cuando te calas en mi delirio.             

            Es mi condena extasiarme con tremendo cretino, sentir tu peso en mi espalda aplastando los obscuros desafíos

            Gritar ensamblada con la roca de tu zona pélvica, solo te convierto en mi perfecto consolador sin baterías.    

            Sin embargo nunca pierdes la faceta de mentecato y agreste afabilidad, por eso solo te llamo cuando necesito orgasmos.

            Nunca me tendrás adicta al placer causado por gemidos al sentir tu mástil pegando en mis ancas con bravías furias.

            Por eso después de utilizar la complacencia de ser penetrada en gozos te expuso de mi presencia porque eres un palurdo.