TUS MANOS ME DICEN VEN

            Intruso en el cerrojo invocado por sus plañidos de mujer al arquear la espina dorsal en la planicie de la cama.

            Ella desnuda deslizando sus palmas en dos copos del pecho, erizando los botones del calostro de mi sed por probarlos.

            Una muñeca brindándose caricias en los jazmines de su piel para llegar al Eliseo campo donde miró mi gloria.

            Sigiloso trate de controlar mi respiración y despacio soltar mis greguescos al piso para liberar mi excitación.

            Yo fui un transeúnte y termine convirtiéndome en fisgón al encontrar una acuosa figura deseando el placer de mi mástil.

            Llegue a la locura al permanecer en la sombra iluminado por sus dedos introduciéndose en su cacerina dilatada.

            Sofocado ante la película de sus masajes dactilados en los pliegues y hendiduras de su intimidad.      

            Mi cielo más grande es su índice humedecido entre su boca y cayendo en la circunferencia de su sangre encrespada.

Y sin demorarme por mas preámbulos cruce la bisagra y ella me sonrió dándome un premio por ser espectador.
   
            Ya con mi pieza de macho en horizontal me lance sobre sus caderas, alce sus brazos y gané al empujar un sueño del deseo.

            Mis manos empalmando sus cachas en el momento de frotar nuestros torsos en el vergel de sus tulipanes amasados.

            Y esa fémina dueña de mis ojos en un paisaje sudado y auto erotizado se convirtió en mi mujer para yo ser quien manejara su condena.