Soy dueña
de la noche, patrona de las estrellas vistiéndome de sexy obscuridad para el
mundo conquistar.
Segura yo
caminaba por la calle fumando un cigarrillo, un feroz instinto me hizo adéntrarme
a un callejón del bulevar.
Entre la bruma
apareció un gladiador de la voracidad y el placer, entre sus ojos azules pude
visualizar la libido recorriendo en las venas.
Nuestras satíricas
almas se acercaron reconociéndonos de vidas pasadas, ese amante solo palpo un mordaz
beso saliendo de mí.
El portaba
una chaqueta de cuero que de mente no puedo desprender, fue mi impulso rozar mi sutil mano entre su zipper
para sentir su poder.
Hambrienta
de deseo por un movimiento descendiente hizo que mi boca arribara a la vasta erección
de todo su cuerpo.
Fue mi
lengua en su miembro la protagonista de celestiales actuaciones que a ese
extraño lo hacía estremecer.
Su entusiasmo
por poseerme salió a luz, me arrincono contra la pared y bajó mis bragas rosas
haciendo a mi corta falda morada ser testigo fiel.
Sin pensamientos
en mi mente y acompañada de un suspiro, él se introdujo entre la humedad de mis
femeninos gemidos.
Esa noche
nos alimentamos de la fuerza y furia de las penetraciones cuales eran bañadas
por el alba de la madrugada.
Satisfacíamos a los delirios
carnales de dos personajes fantasmas encontrándose en el pavimento, rodeados de
avenidas.
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