Mortifican
las ansias sin piedad, se ha pirado la desnudez al espanto, ha encendido la
piel, el encanto.
Reptil de
la tentación en las llamas de la condena, repulsa el cuerpo con las escamas
cortando el deseo.
Repugnante
serpiente implora éxtasis, el erotismo grita ser vituperado bajo el pecado
original asolado.
De sangre
fría yace agitada, horrísono en las venas demanda placer, linda muerde la
manzana en pleno sexo.
Adán
llega a desesperar, Eva explota, moja los labios para sentir las agujas de la
salvación.
Sugestión
de los contornos incitan a acariciar las caderas y besar el busto que riega al
Edén con sudor.
Hartazgo
de placer cuando estira la vehemencia por devorar los frutos libidinosos de lo
más prohibido de la fémina.
Envanecidos
ellos comían del frenesí en penetraciones paganas como piernas abiertas a la
sentencia divina.
Un pecado
que termina en regocijo sobre los jadeos llegados a la gloria al poseer en las
manos al delirio.
Para excitarse
en cada amanecer y curar los rezos en un castigo que tiene un sabor a lujuria y
diversión.
Mientras tanto
el altísimo y la serpiente eterna se disputan el precio de la fricción carnal.
Y no hay sanción,
siempre será la pasión el mejor deleite para un paraíso entre un clímax duro y
mojado.