Una loca invadiendo mil lugares, atrapando mil
marradas, desbordando el olor a celo de una canina excitada.
Es que me sentí manjar de cual todos
quieran probar, dueña de la lujuria de aquellos que se atravesaron en mi
camino.
Uno me cautivo con su actitud lúdica
contraste de jolgorio con un poco de sonrisas satíricas me invitó hacer una pasional
fiesta.
De él guarde un estilo desinhibido
sin miedos por experimentar y con rienda suelta por obtener placer de la piel
inquieta.
El
segundo me atrajo por sus pudeladas y serias ínfulas, solo remembranzas de su barba
raspando mi espalda me queda.
Fue un despacho jurídico la escenificación
y ambiente de satisfacer sus ganas de introducir su libido
Y cuando la noche ya se había encumbrado,
a mi encuentro se plantaron dos efebos canelos y bien dotados.
Y traviesos fuimos a combinar mi
blancura con los colores gitanos de sus cuerpos impulsando dureza de uno y lengüeteadas
de otro
Por qué conformarse con un unitario,
si esa ves me invadía ambrosia para esparcir cuatro experiencias en la avidez
de esos intrépidos.
Al día siguiente emprendí mi retorno
y dejar atrás mi visita a la cuidad de los desaforados por mojarse en sudor.